SOLIDARIDAD, DEMOS UN ROSTRO HUMANO AL MUNDO
Indagar sobre las raíces de un principio tan fundamental como lo es la SOLIDARIDAD, nos permite remontarnos siglos atrás, establecer la diferencia entre los deberes positivos especiales e institucionales y el principio de solidaridad y de explorar, por el otro, una fundamentación diferenciada de este último, que permita distinguir entre el deber general de auxilio y lo que puede llamarse “solidaridad ciudadano-estatal” como sustento del Estado social.
En la Roma clásica, cicerón, en su obra “Sobre los deberes “ la evolución del concepto de solidaridad está presente, alcanzando un grado superior de ética, Séneca la “Regla de Oro” la denominaba, demos a los demás como nos gustaría recibir, Marco Aurelio en su meditaciones conoció ambas doctrinas, se nutre y entiende que la razón lleva su fruto universal y al mismo tiempo individual, indica que los bienes superiores, o virtudes de tal orden son la justicia, la sinceridad, cordura y valor. De ahí que coincidieron en encaminar sus esfuerzos al bien común.
Identificar sin más el carácter positivo ahora del deber general de auxilio con la categoría de la solidaridad, cabe poner de relieve la diferencia entre el contenido de tal deber y el deber de beneficencia, cuyo origen se reducía históricamente al ámbito de la moral, pero que con el desarrollo aún incipiente del Estado de bienestar alcanza su formalización y positivización, convirtiéndose así en Derecho -social o de la seguridad social. Si se considera esa diferencia, entonces es plausible sostener que, bajo la categoría de la solidaridad, el deber de auxilio ocupa una posición disímil en relación con la idea de Estado social y los deberes del ciudadano que este supone. Se trata de componentes diversos al interior del principio de solidaridad.
Indudablemente es complejo hablar de Estado de Derecho sin recurrir a Kant, este filósofo no habla de “solidaridad” en su obra sobre “la metafísica de las costumbres”. En cambio, por un lado, sí se refiere al “derecho de necesidad” en un anexo de la introducción a la doctrina del derecho y, por otro, tematiza el bienestar “Wohlfahrt” y la benevolencia “Wohlwollen” en la sección sobre doctrina de las virtudes. Por demás fascinante.
Kant distingue entre el bienestar físico y el moral, junto con advertir que la benevolencia puede tornarse ilimitada. En este pasaje, observa que la felicidad ajena al mismo tiempo es un deber, pues, dado que nuestro amor propio no puede separarse de la necesidad de ser amado, ayudado en casos de necesidad, nos convertimos en un fin para otros. Ésta máxima puede coexistir como una ley general, por ende, mediante la voluntad también de convertir a los otros en fines para nosotros. Kant hace referencia del amor al prójimo que concibe en los términos de un deber de hacer el bien a otro según nuestras capacidades.
A diferencia de Kant, Hegel afirma la existencia de un derecho de necesidad, pero frente a una situación de conflicto distinta. Se trata de la colisión, por un lado, la vida como ser personal en su totalidad “conjunto de los fines”, por el otro, la propiedad jurídica como elemento determinado del ser de la libertad.
En una reformulación contemporánea, el uso de la palabra “solidaridad” comienza a extenderse en la segunda mitad del siglo XIX y sirve, en el discurso político, de motor para el impulso de la seguridad social y del posterior Estado social. Durante el siglo XX la palabra se vuelve objeto de reflexión filosófico-política. En este contexto, sirve como justificación racional de un deber en una situación de necesidad y se contrapone así a la idea de justicia o de Derecho.
Como podemos darnos cuenta hablar de solidaridad conlleva a darle una valoración intermedia, realizar una reflexión filosófica y sociológica, algunas de ellas sobre la ciencia del Derecho, su estructura y relación con el Estado.
Sociológicamente no referimos al sentimiento y la actitud de unidad basada en metas o intereses comunes; es un término que se refiere a ayudar sin recibir nada a cambio con la aplicación de lo que se considera bueno. Así mismo, se refiere a los lazos sociales que unen a los miembros de una sociedad entre sí.
Ser solidarios, como responsabilidad social y característica natural de cada uno de nosotros nos permite generar vínculos de manera individual o colectiva, generar modelos de cooperación y apoyo mutuo, generar confianza, apoyar en necesidades de diversa índole. La protección social como elemento básico de las democracias permite establecer solidaridad a través de las políticas públicas que conllevan justicia social, permite redistribuir los bienes y luchar contra la exclusión social. Esta acción pública basada en la solidaridad es parte de la identidad cultural colectiva, reconociendo a las personas con su propia identidad e individualidad, generando una visión común del nosotros.
Hoy en día es urgente que hagamos de este principio una práctica cotidiana, que realicemos acciones, sumar esfuerzos encaminados a solucionar, o disminuir los problemas sociales, practicarla, a nivel personal como de manera colectiva con instituciones públicas y privadas. Ser omisos e indiferentes en ayudar a quien lo necesita no sólo deja de sumar, resta al mundo.
Las instancias gubernamentales tienen el deber de trabajar porque la solidaridad en el mundo se transforme en políticas públicas. El sector privado del que son parte las empresas, deben poner su entusiasmo e ingenio en encontrar mecanismos para transformar.
Darle un rostro más humano al mundo, pese a los problemas y dificultades con las que nos enfrentamos actualmente, esto puede lograrse con actos de solidaridad a los que todos estamos llamados. Cambiar realidades dolorosas y desesperadas es posible cuando realizamos acciones solidarias. En tus manos está transformar la realidad de alguien que necesita una vida mejor.
“La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo”. (Eduardo Galeano)

Abogada de profesión, apasionada de la política, maestra de Historia Universal, catedrática de la Universidad Autónoma de Durango, ha fungido como funcionaria pública en los tres niveles de Gobierno Municipal, Estatal y Federal, así mismo se ha destacado en la iniciativa privada, se ha unido a causas en pro de la Violencia contra la mujeres y niñas para transitar en un camino de igualdad, socia de EMPREMMEXI, asociación de mujeres empresarias y emprendedoras en pro del empoderamiento de la mujer, sus pasatiempos favoritos son la lectura, escribir, disfrutar en familia y amigos, ama la naturaleza.
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