Paridad, historia y reconocimiento como ciudadanas.

A finales de Noviembre, principio de Diciembre tuve la oportunidad de enfocarme en, no solo conocer, sino analizar el tema de PARIDAD, durante 15 días ininterrumpidos, a través de especialistas en el tema, no solo a nivel nacional, sino internacional, me di a la tarea de reflexionar y analizar cada palabra que encierra éste tema tan importante para las mujeres con ayuda de los expertos, obviamente teniendo como resultado mayor conocimiento y por si fuera poco obtener tu constancia de estudio. A que voy con esto, que empoderarse es también conocer a fondo el tema, y lo más importante de ello, darse la oportunidad de empoderar a más mujeres. Bien por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de mi país, México.

La paridad como principio, hace posible el logro de la igualdad sustantiva y ésta a su vez, la efectividad en el ejercicio de los derechos políticos. Busca fortalecer una cultura democrática, basada en la promoción de los derechos de las mujeres en la vida política y pública.

Increíblemente el punto de partida de la gran lucha fue el darse cuenta que en épocas pasadas ni siquiera se nos consideraba ciudadanas. Las historiadoras, politólogas, antropólogas y sociólogas feministas han documentado ampliamente la exclusión de las mujeres de la categoría de ciudadanía. De ahí pues que es de suma importancia estudiar y tomar  categoría de análisis el género, que nos permita analizar, explicar y describir las relaciones jerárquicas y de poder entre hombres y mujeres.

De acuerdo a Estela Serret y a Jessica Méndez, “el concepto de género tiene como punto de partida un cuestionamiento ético acerca de lo injusta que resulta la aludida subordinación de un colectivo humano. Y este cuestionamiento también ha sido realizado por el feminismo, desde sus primeros antecedentes, fechados hacia 1620, hasta nuestros días”.

Remontándonos a la  Grecia clásica, conocida como la cuna de la democracia, podemos identificar el establecimiento del binomio simbólico excluyente que marcó una profunda y aún sentida división/contraposición: polis ciudad-estado frente al oikos hogar; en éste último las mujeres se encontraban al cuidado de las personas que ahí habitaban y cautivas del mundo de la necesidad y la naturaleza: de esta forma, se construyó la idea de que las diferencias “naturales” entre las mujeres y hombres soportaban la subordinación y colocaban a las mujeres en el ámbito doméstico (Pateman, 1990 ). Mientras que la polis y las decisiones públicas estaban bajo el control de los hombres con estatus de ciudadanos. Esto último me llevo a analizar y trasladarme de nuevo a las grandes luchas emprendidas a través de los tiempos.

Pude darme cuenta que la exclusión de las mujeres de la vida política es antigua, es decir, tiene raíces profundas, estructurales y estructurantes; su papel se encontraba relegado a la maternidad, a la crianza, al cuidado de las demás personas integrantes de la familia, papeles todos ellos, carentes de prestigio social en los que tampoco había acumulación de riquezas. A pesar de esta segregación las mujeres tuvieron luchas importantes por el reconocimiento de sus derechos.

Está debidamente documentado que en el 42 a.C hubo una manifestación de mujeres que buscaron tener posiciones políticas, sin embargo, fueron calificadas como animales violentos y descontrolados por llevar a cabo estas protestas callejeras en el antiguo mundo romano. “La misoginia, el rechazo hacia la feminidad, la idea de que las mujeres son `naturalmente inferiores`, han teñido la historia de la humanidad desde sus orígenes”

En el periodo de la Ilustración la división del ámbito público y privado se mantiene y las promesas de lo universal se hacen inconsecuentes, las mujeres no son consideradas ciudadanas, ésta exclusión nuevamente se justifica bajo los argumentos de “la naturaleza”; simplemente no son iluminadas por la luz de la ilustración. “Sin la Sofía doméstica y servil no podría existir el Emilio libre y autónomo”. De lo aprendido hago referencia al Emilio del que escribió Rousseau dentro de su amplia bibliografía donde analiza y justifica, desde sus convicciones políticas, pedagógicas y religiosas la marginación de la mujer, “el discurso patriarcal rousseaniano, no solo no impugna la desigualdad, sino que la defiende y legitima”.

En general los grandes pensadores del contrato social de la época habían legitimado “el recorte político de los derechos para las mujeres, a veces en nombre de la ontología femenina inferior o `diferente` a la masculina y otras veces en nombre de la tradición o de la oportunidad política”.

El concepto de ciudadanía de la Ilustración se formuló en términos universalistas; sin embargo, fue aplicado de forma restrictiva para las mujeres y para otros grupos excluidos por su clase, raza o religión. La universalidad excluyente fue ampliamente cuestionada por el feminismo ilustrado que buscaba lo genéricamente humano cuestionando el patrón masculino de la idea de la humanidad.

Dentro de las voces más destacadas en la lucha contra de la desigualdad se encuentra Marie Gouze mejor conocida como Olympe de Gouges, que fue llevada al cadalso posterior a la publicación y difusión de su obra Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadanía (1791). La lucha de los derechos de las mujeres y la defensa de su racionalidad se extendió a otros países, y otra de las grandes defensoras de los derechos de las mujeres de la época fue Mary Wollstonecraft que en su obra Vindication of the Rights or Women (1792) cuestiona la injusticia del predominio social masculino. En Francia Flora Tristán analiza en su obra La Unión Obrera (1843) la posición de las y los obreros, su trabajo y la carencia de propiedad.

La lucha los derechos civiles y políticos de las mujeres se manifestó a través de diversos medios durante los siguientes años, pero no será hasta finales del siglo XIX que las mujeres verán consignados sus derechos en los ordenamientos legales. Nueva Zelanda marcará un hito, y habrá una amplia ola de reconocimiento del sufragio femenino durante el siglo XX el que 84 naciones aprobaron el sufragio femenino.

La igualdad de derechos de las mujeres no tuvo como consecuencia inmediata una representación descriptiva ni sustantiva, en este sentido, académicas  analizan que la clase, el género, étnica, edad, preferencias sexuales generan desigualdades estructurales que no se resuelven a través de marcos jurídicos si estos no reconocen y asumen la diversidad y las dimensiones que estas tienen en las sociedades.

Las feministas del siglo XX en México como en otros países cuestionarán la democracia en la que las mujeres identifican además de brechas de género, una subrepresentación y argumentan que la democracia es estructuralmente excluyente.

“La igualdad de las mujeres debe ser un componente central en cualquier intento para resolver los problemas sociales, económicos y políticos” (Kofi Annan, ex secretario de la ONU).